DEVOCIONAL: La meditación del sabio | Lucas 2:18–19 | Christopher Shaw

"Todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" Lucas 2:18–19
¿Cómo no iban los pastores a sentirse maravillados por lo que les había tocado vivir? Recordemos que estos eran hombres sencillos. Sus vidas transcurrían en la quietud y la soledad de los que viven al aire libre, acompañando y conduciendo a sus ovejas con el ritmo pausado propio de su oficio. Repentinamente, irrumpió sobre esta existencia pacífica una escena de proporciones dramáticas y sobrenaturales. ¡Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios se manifestó a su alrededor! El ángel calmó sus temerosos corazones y les compartió las buenas nuevas de Cristo. No había terminado de hablar cuando una multitud de huestes rodearon al ángel, proclamando las maravillas del Altísimo.
Con la sencillez de los humildes fueron al lugar que les había sido indicado y encontraron al niño Jesús exactamente donde debía estar. Seguramente esta segunda experiencia añadió una cuota adicional al asombro de los pastores.
Podemos imaginar que, quizás, se interrumpían entre ellos para dar los detalles de lo que les había acontecido. Y todos los que les oían también se contagiaban del mismo sentido de maravilla que ellos.
- Esta es una actitud de madurez digna de imitación. Más allá de nuestro entusiasmo momentáneo, Dios nos llama a meditar en los acontecimientos y las experiencias que nos tocan vivir. Es por medio de la meditación que la dimensión completa de lo vivido, en toda su riqueza y profundidad, nos será revelada.
«La reflexión espiritual siempre nos confronta con la persona de Jesús y nos llama a vestirnos de su carácter, sus pensamientos, sus hábitos, su pasión y su compasión». R. Foster.