La equivocación de los Judíos | Romanos 9:30–33 | William Barclay & Jonatán Córdova

¿Qué podemos decir a esto? Que los gentiles, que no estaban buscando estar en la debida relación con Dios, la han recibido, una relación que es el resultado de la fe; mientras que Israel, que estaba buscando una ley que produjera la debida relación con Dios, nunca consiguió encontrarla. ¿Y por qué? Porque estaban intentando entrar en una buena relación con Dios, no confiando en Dios, sino dependiendo de sus propios logros humanos. Tropezaron en la Piedra que hace tropezar a los hombres, como está escrito: «He colocado en Sion una Piedra que hace tropezara la gente, una Roca que los hace vacilar; pero el que crea en Él no será defraudado». [Romanos 9:30-33]

Aquí Pablo traza un contraste entre dos actitudes para con Dios. La de los judíos pretendía alcanzar la debida relación con Dios mediante el propio esfuerzo. Dicho de otra manera, para que quede claro lo que quiere decir: fundamentalmente, la idea de los judíos era que un hombre, mediante la estricta obediencia a la Ley, podía llegar a tener una cuenta positiva con Dios, con el resultado de que Dios estaría en deuda con él y le debería la Salvación. Pero estaba claro que siempre era una batalla perdida, porque la imperfección humana no podía nunca satisfacer la perfección de Dios; nada que el hombre pudiera hacer por Dios podría ni empezar a devolverle a Dios lo que ha hecho por el hombre.

Eso es precisamente lo que Pablo descubrió. Como él decía, los judíos se pasaban la vida tratando de satisfacer una Ley cuya obediencia les dejara en paz con Dios; y nunca lo conseguían, porque tal cosa era imposible. Los gentiles no estaban empeñados en tal empresa; pero, cuando se encontraron de pronto cara a cara con el amor increíble de Dios manifestado y ofrecido en Jesucristo, sencillamente se arrojaron en los brazos de tal amor con entera confianza. Fue algo así como si los gentiles vieran la Cruz y dijeran: «Si Dios me ama de tal manera, puedo confiarle mi vida y mi alma».

El judío trataba de hacer que Dios quedara en deuda con él; el gentil estaba contento de estar en deuda con Dios. El judío creía que podía ganarse la Salvación haciendo cosas para Dios; el gentil se sumía en la admiración de lo que Dios había hecho por él. El judío trataba de llegar a Dios por sus obras; el gentil llegaba a Dios por el camino de la confianza.

No ya he de gloriarme jamás, ¡oh Dios mío!,
de aquellos deberes que un día cumplí.
Mi gloria era vana; confío tan sólo
en Cristo y su sangre vertida por mí.
JOSÉ M. DE MORA

Pablo habría dicho «Amén» a esto.
La piedra es una de las referencias características de los primeros escritores cristianos. En el Antiguo Testamento se menciona varias veces una piedra misteriosa. En Isaías 8:14 se dice que Dios será como una piedra de ofensa y una roca de tropiezo a las casas de Israel. En Isaías 28:16, Dios dice que va a poner en Sion una piedra, una preciosa piedra angular, como fundamento estable. En Daniel 2:34s, 44s, se hace referencia a una piedra misteriosa. En Salmos 118:22, el salmista escribe: «La piedra que desecharon los edificadores ha llegado a ser la cabeza del ángulo».

Cuando los cristianos empezaron a buscar en el Antiguo Testamento anuncios de la venida de Cristo se encontraron con estas referencias a la piedra maravillosa, y se dieron cuenta de que se referían a Cristo. En los Evangelios se dice que fue Jesús mismo el primero que hizo la identificación y se aplicó a Sí mismo el Salmo 118:22 (Mateo 21:42). Los cristianos reconocieron figuras de Cristo en la piedra que era fundamento estable, la piedra angular que daba unidad a todo el edificio, la piedra que había sido desechada y luego reconocida como la más importante de todas.

La cita que hace aquí Pablo combina Isaías 8:14 y 28:16. Los cristianos entendieron que su significado era que Dios se había propuesto que Su Hijo fuera el fundamento de la vida de todos los hombres; pero cuando Él vino, los judíos Le rechazaron; y el rechazar al Don de Dios que era para su Salvación se convirtió en la causa de que quedaran excluidos. Esta figura de la piedra aparece varias veces en el Nuevo Testamento (Hechos 4:11; Efesios 2:20, y 1 Pedro 2:4–6).

La verdad eterna que contiene este pensamiento es que Jesús fue enviado al mundo para ser el Salvador de todos los hombres, pero es también la Piedra de toque por la que son juzgados. Si el corazón de una persona responde al amor de Jesús y Le recibe como Salvador, para ella lo es; pero si el corazón de una persona queda totalmente insensible o Le rechaza, para ella es la condenación. Jesús vino al mundo para nuestra Salvación; pero por nuestra actitud hacia Él podemos recibirla o perderla.

Barclay, W. (2006). CANT (pp. 586–587).

APLIQUEMOS LA TEOLOGÍA  | Pastor Jonatán.

Si se quiere dar una aplicación personal a esta enseñanza, se debe entender que la forma de endurecer de Dios no es por medio de una elección arbitraria o propiciando las diferentes respuestas de cada quién. No, sino que, como hemos visto en todo el contexto, Dios obra de la misma manera para con todos. Extiende su misericordia a todos y la proclama a través de su mensaje por todos lados (Ro.10:18). La misma palabra que conduce a la fe, el mismo evangelio que produce salvación en quienes creen, es el mismo instrumento que endurece a los incrédulos.

Entonces, para entender bien sobre el endurecimiento de Dios, tendremos que hacernos la pregunta: ¿Cómo endurece Dios? la respuesta es: “con su palabra”. De la misma manera que el calor del sol puede derretir la cera y al mismo tiempo endurecer el barro; la Palabra de Dios derrite el corazón del que cree y endurece al que le rechaza. No es que Dios haya elegido hacer una cosa sobre unos y otra sobre los demás. Dios otorgó su calor de soberanía y misericordia en todos por igual, pero el efecto es diferente en unos y en otros, dependiendo del tipo de corazón con que reciban el mensaje.

Por esto, cuando Pablo hace la distinción entre los dos pueblos, no la enseña propiamente entre judíos y gentiles. Si fuera así, ningún judío podría haber sido salvo (Ro.11:1), sino que estos pueblos representan a dos grupos de personas espirituales: los incrédulos y los creyentes. Los dos reciben la misericordia de Dios, uno la rechaza y por lo tanto se endurece, otro la recibe y por lo tanto es bendecido. Todo esto sirve para explicar qué pasó con Israel, hablando como nación, ellos se endurecieron así mismos por su necio corazón: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,”(Ro.2:5) Cuando pablo dijo eso, claramente estaba tratando con judíos: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,” (Ro.2:17)

Las conclusiones sobre el fracaso de Israel. Romanos 30-33

Pablo resume toda su idea con la siguiente pregunta ¿Qué pues diremos a esto? él mismo responde:

  • Que los gentiles han alcanzado la justicia por la fe. Ro.9:30
  • Israel iba tras la ley de justicia pero no lo alcanzó porque iban tras ella no por fe. Ro.9:31-32
  • El que no cree en Cristo será avergonzado, pero el que creyere en él será salvo. Ro.9:33

La responsabilidad por la condenación es personal, no es de Dios sino del hombre, al decidir qué hacer ante la Palabra que le ha sido revelada.

Pero, así como el aceptar un regalo no transforma a éste en un premio, el “creer” tampoco hace de la salvación un mérito humano.

Y usted ¿Se derrite o se endurece ante la Palabra de Dios? ¿Cree en la salvación que Dios ofrece a través de Su Hijo (Ro.10:13) o queremos lograr nuestra justicia por mérito propio (Ro.9:31-32)?

Este es el mensaje, sencillo y poderoso a la vez, que el apóstol llevaba por todo lugar.

Aplicaciones:

  1. Aprendamos a interpretar debidamente la palabra de Dios, estudiándola diligentemente, prestando atención a cada detalle, pero más que nada a las conclusiones de las grandes perícopas. Pues es allí donde encontraremos el pensamiento central del escritor.
  2. Con romanos 9, entendemos que Dios tuvo un trato especial con Israel, pero eso no hizo que todos ellos fueran salvos automáticamente. Por su arrogancia confundieron el mensaje y tropezaron. Debemos tener mucho cuidado con el orgullo que puede hacernos caer en graves errores, especialmente si se trata de creerse parte de un grupo exclusivo de “elegidos”.
  3. Indudablemente Dios es soberano, pero eso no limita en absoluto su grande misericordia y amor por todos los hombres. Sigamos testificando al mundo con esperanza, con pasión y con misericordia.

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