El Horizonte Teológico de Lucas | C. RENÉ PADILLA & Jonatán Córdova

En suma, esta breve discusión sobre los diversos enfoques y análisis interpretativos de Lucas conduce a establecer que varios temas se intersectan o entrecruzan para perfilar el horizonte teológico de este Evangelio. En términos generales, cada uno de estos temas es relevante como paradigma para la misión de la iglesia, en cualquier coyuntura política o situación histórica.

En primer lugar, como lo reconoce la mayoría de los exégetas, el eje o uno de los ejes teológicos que articula la perspectiva lucana de la misión es el especial interés de Jesús por los pobres y los marginados (publicanos, samaritanos, leprosos, mujeres. niños y enfermos), en un clima cultural que consideraba a las mujeres como «cosas» y a los niños como «seres humanos incompletos». Esta asociación de Jesús con personas subestimadas en su dignidad y consideradas «escoria» de la sociedad explica las razones por las cuales los representantes de la sociedad judía vieron en el ministerio del galileo una permanente amenaza a sus intereses religiosos y políticos particulares. Bajo este marco, las referencias a la sistemática oposición y conspiración de los escribas y fariseos (Lucas 6:7–11; 7:49; 11:53–54; 14:1–6; 19:47–48; 20:1–8, 19–40; 22:1–6; 23:1–25) revela la incomodidad de los dirigentes judíos frente al anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús, que Lucas resalta permanentemente (Lucas 4:43; 6:20; 7:28; 8:1, 10; 9:2, 11, 27, 60, 62; 10:9, 11; 11:2, 20; 12:31–32; 13:18–20, 28–29; 14:15; 16:16; 17:20–21; 18:16–17, 24–25, 29; 19:11; 21:31; 22:16–18, 29–30).

En segundo lugar, se destaca la universalidad de la misión.

En Lucas se sugiere que el amor de Dios es incluyente y abarcador. Es un amor que cruza las fronteras geográficas de la Palestina y las barreras religiosas, culturales, sociales, políticas y económicas. El canto de Simeón durante la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén fue un indicador de esta realidad (Lucas 2:29–32). Este hecho fue confirmado por el Señor en la sinagoga de Nazaret cuando en presencia de un auditorio judío puso a dos gentiles como expresiones concretas del alcance universal del amor de Dios (Lucas 4:25–27).

Asimismo, es sumamente interesante que, a diferencia de Mateo, Lucas no comienza la genealogía de Jesús con Abraham, sino que se remonta hasta Adán (Lucas 3:23–38). De esta manera Lucas insinúa que Jesús vino a traer la salvación no sólo al pueblo de Israel sino a toda la humanidad. Pasajes como la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25–37), la sanidad del leproso samaritano (Lucas 17:11–19) y la versión lucana de la «Gran Comisión» (Lucas 24:44–49) corroboran este énfasis teológico.

En tercer lugar, es pertinente resaltar el esfuerzo de Lucas por conectar los eventos de la historia de Jesús y de la iglesia con la historia secular (Lucas 2:1–7; 3:1–2; Hch. 11:28; 18:2), Dicho de otra manera, el horizonte teológico lucano ve la intervención soberana de Dios en la historia para cumplir su promesa de salvación. Según Lucas, Dios es Dios de la historia y de todas las naciones, y los procesos sociales y políticos pueden ser canales a través de los cuales el amor y la justicia de Dios se manifiestan alcanzando a todas las personas, culturas y pueblos.

En cuarto lugar, otro de los temas dominantes en este Evangelio es la presencia del Espíritu en la misión. La experiencia de María, Zacarías, Elizabeth, Juan el Bautista, Simeón y Ana confirma esta observación (Lucas 1:15, 35, 41, 67; 2:25–27). Jesús mismo tuvo que ser ungido con el Espíritu antes de dar inicio a su ministerio itinerante por ciudades y aldeas (Lucas 4:1, 14, 18), y los discípulos tuvieron que esperar a ser investidos con poder de lo alto para dar testimonio de las buenas noticias de salvación (Lucas 24:49; Hch. 1:8; 2:1–13).

En quinto lugar, es pertinente indicar que la noción del jubileo recorre todo el Evangelio. El canto de María es una primera señal de esta realidad. Lucas enfatiza insistentemente que Jesús vino para liberarnos de todo tipo y forma de opresión. El texto conocido como «el manifiesto de Nazaret» resume esta perspectiva lucana de la misión de Jesús (Lucas 4:16–30). En este pasaje Jesús presenta claramente su ministerio en términos de liberación integral. Los ejemplos de la viuda de Sarepta y de Naamán el sirio, que provocaron una respuesta violenta por parte de los judíos (Lucas 4:29), dejan constancia de que la justicia de Dios es radicalmente distinta de la justicia de los hombres.

Finalmente, otros temas que hilvanan el horizonte teológico lucano son, por ejemplo, el lugar de la oración como sustento de la misión (Lucas 3:21; 5:16; 6:12; 9:18, 29; 11:1–4; 22:39–46; 23:26–49); el énfasis reiterado en la oración en dos hermosas parábolas (Lucas 11:5–13; 18:1–8); el costo del seguimiento (Lucas 5:1–11; 9:57–62; 14:25–35); el ministerio itinerante de Jesús recorriendo ciudades y aldeas (Lucas 8:1; 13:22; 17:11–12); la expulsión de demonios como una dimensión de la misión liberadora de Jesús (Lucas 6:18; 7:21; 8:26–39; 9:37–43; 10:17; 11:14–23; 13:10–17) y el gozo que acompaña la experiencia de un encuentro con el Señor en distintos momentos de la vida (Lucas 1:44, 58; 2:10, 20; 24:41, 52–53). Barclay resume dos de estos énfasis, en los siguientes términos:

Es claro que Lucas está tratando de demostrarnos el lugar de la oración en la vida de Jesús y, por lo tanto, el lugar de la oración en nuestra propia vida personal … El Evangelio de Lucas es el Evangelio de la oración, y es el evangelio del misionero de Jesús, quien también ha de ser un hombre de oración.

En suma, se puede afirmar que el horizonte teológico lucano se caracteriza por el anuncio del evangelio del reino de Dios como buenas nuevas de liberación a los pobres y a los marginados. De este modo, sin perder de vista el alcance universal del amor de Dios, que no excluye a los ricos de su propósito de salvación, Lucas subraya el amor especial de Dios por las personas consideradas como «desechables» por los que se enseñorean de las naciones (Lucas 22:25). En otras palabras, según el testimonio de Lucas, Dios tiene un especial interés en los sectores sociales ubicados en «la otra orilla de la historia».

Padilla, C. R. (1998). Bases bíblicas de la misión: perspectivas latinoamericanas (pp. 225–228).

APLIQUEMOS LA TEOLOGÍA | Pastor Jonatán

Qué gozo y satisfacción siento al ver que Dios nos ha dejado cuatro tesoros biográficos de Cristo, estos evangelios resumen complementariamente la obra soteriológica del Mesías. “Mateo” enfatiza el cumplimiento de las Escrituras para con el pueblo de Israel, “Marcos” pone su atención en el servicio y el ministerio de Jesús, y “Juan” está diseñado para demostrar la divinidad del Hijo de Dios; pero “Lucas” manifiesta su perfecta humanidad.

Jesús se hizo “hombre” antes que judío, él es para todo ser humano; cómo diría el apóstol Pablo: “Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. (Ro.3:29); y lo explica mucho mejor así: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre.”.

Así que, a la luz de esta gran revelación, podemos comprender que incluso el tema de la elección tenía connotaciones inclusivas y no limitadas. La visión de Dios siempre ha sido el mundo entero; Lucas lo sabía muy bien y por eso hizo énfasis sobre ello en su relato.

Que Dios haya elegido un pueblo no quiere decir que desea la salvación de pocos, sino al contrario; cada elección de Dios obedece a la destreza de su gran sabiduría para poder incluir a todos sin excepciones y sin alterar la decisión de cada quién. Al contemplar esta verdad, Pablo prorrumpe en esta alabanza: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. !!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro.11:32-33).

Así que, la mejor manera de aplicar esto a nuestras vidas es:

  1. Alabar a Dios por su profundo amor, por su gran sabiduría y su infinita gracia en favor de la humanidad. (Ti.2:11; 3:4-5)
  2. Compartir el precioso mensaje de la salvación en Cristo con todas las personas que podamos. (1Ti.1:15)
  3. Usa los recursos tecnológicos que hoy tenemos a la mano. Este es el tiempo de la comunicación veloz y distante; así que, nuestro horizonte debe ser mucho más grande. Comparte todos los días de la salvación de Dios. (Hch.4:20)
  4. Debemos, también, demostrar el amor y la compasión de Cristo en toda oportunidad, aun sin palabras. (Mr.9:36)
  5. Discipula a los jóvenes o nuevos en la fe, para que no caigan en las garras de la falsa enseñanza que trata de limitar el alcance del amor y la salvación de Dios. (1Ti.4:15)

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