TEOLOGÍA I: LOS CELOS Y LA GLORIA DE DIOS | JAMES LEO GARRET


LOS CELOS Y  LA GLORIA DE DIOS

V. LOS CELOS, EL FUROR Y LA IRA DE DIOS

Dada la estrecha relación entre estos tres atributos —celos, furor, ira— especialmente en el Antiguo Testamento, es de ayuda presentar una discusión coordinada de los tres.

A. EL DIOS CELOSO

1. Materiales bíblicos

a. Terminología y pasajes veterotestamentarios

El verbo hebreo qana’, que significa “estar o ser celoso”, no se conjugaba en la forma del qal, sino en las del piel y hifil. Este verbo, el adjetivo qanna’ (“celoso”) y el sustantivo qin’ah (“celos”) se usan para hablar de los celos de Dios en el Antiguo Testamento. Yahvé, el celoso, castigará hasta la tercera y cuarta generación de los que lo aborrecen y mostrará misericordia por mil generaciones a los que lo aman y guardan sus mandamientos (Exo. 20:5, 6; Deut. 5:1–10). Sus celos estaban dirigidos especialmente al pueblo del pacto cuando éste se iba tras los falsos dioses de los pueblos vecinos (Exo. 34:14; Núm. 25:11; Deut. 6:1–15; Jos. 24:19; Eze. 16:42) o practicaba la idolatría (Deut. 4:24; Eze. 8:2, 3, 5). Pero también se encendía el celo de Yahvé en defensa de Judá cuando era invadida, saqueada o amenazada (Eze. 36:5, 6; 38:19) o a favor de la reconstrucción de Sion y el restablecimiento del remanente (Zac. 1:14; 8:2).

 b. Terminología y pasajes neotestamentarios

El verbo griego relativo a los celos divinos es zeloun, que significa “estar celoso”; también se usa el verbo compuesto parazeloun. Sin embargo, la utilización de estos verbos en relación con Dios es muy infrecuente en el Nuevo Testamento. Cuando contrapone la mesa del Señor a la de los demonios, Pablo pregunta: “¿O provocaremos a celos al Señor?” (1 Cor. 10:22). El único ejemplo restante es algo indirecto: “Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Cor. 11:2). Es obvio que el término era mucho menos central en el pensamiento neotestamentario que en el veterotestamentario.

2. Interpretación teológica

Según el Antiguo Testamento, los celos divinos se encendían tanto en el contexto de las advertencias en contra de la infidelidad con los falsos dioses como en la defensa del pueblo del pacto contra sus enemigos. ¡El “celoso El” se enfrentaba con el panteón de Canaán! Mientras que los dioses homéricos de Grecia le quitaban beneficios a su pueblo, Yahvé bendecía a lo largo de las generaciones a los que lo adoraban y lo servían con exclusividad.Los celos de Dios no representan, tal como algunos afirman, un concepto religioso primitivo, pues de hecho las religiones politeístas y henoteístas toleraban el culto de otros dioses. Los celos son más bien un corolario del monoteísmo y reflejan la intensidad de la santidad divina que demanda y espera la lealtad pronta e indivisa de sus criaturas, especialmente de aquellas que participan en su pacto.

B. EL ENOJO O EL FUROR DE DIOS

1. Materiales bíblicos

a. Terminología y pasajes veterotestamentarios

La palabra hebrea que denota el enojo divino es ‘ap, un sustantivo que se deriva del verbo ‘anap (“respirar, respirar por la nariz”). Se trata de una palabra onomatopéyica que se relaciona con la respiración pesada que acompaña al enojo. Las versiones castellanas modernas a veces traducen el vocablo con “enojo” o “furor”, otras veces con “ira”. Aparece por lo menos 130 veces en el Antiguo Testamento para describir el enojo divino, especialmente en el Pentateuco, en los Profetas y en los Escritos. En el Pentateuco, los libros proféticos y los libros históricos, las menciones del “enojo” normalmente se asocian con una situación histórica particular, a menudo la desobediencia del pueblo del pacto, mientras que en los Salmos se trata de menciones de carácter más general, de manera que se torna difícil identificar la situación histórica correspondiente. La formulación quizá más común para expresar el furor de Dios en el Antiguo Testamento es “ardía su enojo”. A veces se dice que el furor de Dios persiste (Isa. 10:4; Jer. 23:20; 30:24); a veces que ha sido apartado (Ose. 14:4; Isa. 12:1; 2 Crón. 12:12; Esd. 10:14), que ha sido “refrenado” (Isa. 48:9) o que “no despertó todo su enojo” (Sal. 78:38b).

b. Uso neotestamentario

Los escritos del Nuevo Testamento no aplican el término “enojo” a Dios del modo y con la frecuencia en que lo hace el Antiguo Testamento, pero comunica gran parte del concepto cuando habla de la “ira” de Dios.

2. Interpretación teológica

El enojo de Dios, juntamente con algunas menciones de su “ira”, es la principal expresión veterotestamentaria de la santidad de un Dios que reacciona ante los pecados de Israel y de las personas individuales, especialmente de los líderes del pueblo.

¿Debe desempeñar un papel hoy el enojo de Dios en la doctrina cristiana de Dios? Algunos suponen que afirmar el amor y la gracia de Dios implica la eliminación o el rechazo de su enojo. Emil Brunner propone una respuesta alternativa:

  Puesto que Dios se toma a sí mismo y a su amor con una seriedad infinita, no puede hacer otra cosa que enojarse, aunque “en realidad” él sea solamente Amor. Su enojo es simplemente el resultado de la infinita seriedad de su amor.

C. LA IRA DE DIOS

1. Materiales bíblicos

a. Terminología y pasajes veterotestamentarios

El Antiguo Testamento utiliza tres sustantivos hebreos diferentes para expresar el furor de Dios. La palabra qesep, que también quiere decir “leña me-nuda” y “astillas”, generalmente expresaba la ira divina con respecto a situaciones históricas específicas (Núm. 16:46c; Jer. 50:13a; 2 Crón. 29:8; 32:26; Sal. 38:1). ‘Ebrah, que se deriva de un verbo que signfica “pasar, ir más allá de” y que sugiere una efusión de enojo o ira, también se aplicaba a situaciones específicas (Ose. 5:10; 13:11; Isa. 9:19a), pero podía usarse en un sentido general (Sal. 90:9, 11) o en conjunción con un futuro “día de la ira de Jehovah” (Sof. 1:15a, 18a). Jemah, que significa ira en el sentido de “ardor” o “furia” también se aplicaba en situaciones específicas de desobediencia (2 Rey. 22:13b, 17b; 2 Crón. 36:16).

b. Terminología y pasajes neotestamentarios

En el Nuevo Testamento, se emplean dos sustantivos griegos para expresar la ira de Dios. Orge, que significa “ira, cólera o indignación”, es el término que más se usa, especialmente en Romanos y en Apocalipsis. En algunas ocasiones esta ira se dirige específicamente a los incrédulos y a los desobedientes (Juan 3:36; Rom. 1:18; Ef. 5:6; Col. 3:6). La ley con su consiguiente desobediencia produce ira (4:15). La ira divina expresa la venganza (Rom. 12:19) y tal ira inclusive puede ser expresada por las autoridades civiles (Rom. 13:4c, 5). Otras referencias hablan de la ira venidera (Mat. 3:7; 1 Tes. 1:10; 5:9; Rom. 2:5, 8; 5:9). Thumos, que significa “ira, furor, rabia, pasión intensa” se encuentra solamente en el contexto escatológico de Apocalipsis (14:10, 19; 15:1, 7; 16:1; 18:3a). También es de talante escatológico el uso del vocablo orge en Apocalipsis (6:16, 17; 11:18a; 16:19; 19:15).

2. Interpretación teológica: La historia de la doctrina cristiana

Al igual que el término “enojo”, el vocablo “ira” expresa en la Biblia la reacción del Dios santo ante el pecado humano. El concepto de la ira divina ha sido interpretado de diversas maneras, relacionándose con distintos atributos a lo largo de la historia de la doctrina cristiana.

a. La ira entendida como la “obra ajena” de Dios (Martín Lutero)

Lutero pensaba que la ira de Dios era su opus alienum (“obra ajena o extraña”) mientras que el amor de Dios era su opus proprium (“obra propia o característa”). Forman un par contrastante. Comentando sobre el Salmo 2:9 y haciendo referencia también a Isaías 28:21, Lutero escribió:

Es el Dios de la vida y de la salvación; ésta es su obra propia y, sin embargo, para lograrla, mata y destruye. Tales obras le son ajenas, pero por medio de ellas realiza su obra propia. Así, mata nuestra voluntad para que la suya pueda ser establecida en nosotros.

Por cierto, la “obra ajena” de Dios le es extraña “porque no fluye de la voluntad esencial de Dios, sino que se le impone como consecuencia de la resistencia pecaminosa del hombre”.

b. La negligencia o el abandono de la ira de Dios (teólogos del protestantismo liberal)

F. D. E. Schleiermacher trató tres atributos divinos relacionados con la conciencia del pecado: Dios es santo, justo y misericordioso. Schleiermacher no habló específicamente de la “ira” pero sí de la justicia “castigadora”.Albrecht Ritschl tuvo poco que decir acerca de la ira divina.51 Según Nels F. S. Ferré, el poner énfasis predominantemente en el agápe de Dios excluía la consideración de la ira divina.

c. La “deatributización” de la ira de Dios (C. H. Dodd)

Dodd remarcó que Pablo usó la expresión completa “la ira de Dios” solamente tres veces (Rom 1:18; Ef. 5:6; Col. 3:6). Según este autor, la ira no era “un cierto sentimiento o una actitud de Dios hacia nosotros”, sino “un proceso inevitable de causa y efecto en un universo moral”. “La ira es la consecuencia del pecado humano: la misericordia no es una consecuencia de la bondad humana, sino una parte inherente al carácter de Dios.” El punto de vista de Dodd fue refutado por León Morris (1914–).54

d. La ira de Dios entendida como el amor herido de Dios (Gustav Friedrich Oehler, 1812–72, Adrio König)

Según Oehler, “la ira de Dios es la energía de la santa voluntad de Dios estirada a su punto máximo; es el celo de su amor herido”. De modo similar, König ha afirmado que la ira de Dios, entendida como su reacción al pecado, es su “amor lesionado”. “Se enciende su ira, pero es amor.”56

VI. LA GLORIA DE DIOS

A. TERMINOLOGIA BIBLICA

Como ha notado Emil Brunner, los términos usados en el Antiguo y el Nuevo Testamentos para referirse a la “gloria” de Dios tenían trasfondos lingüísticos bastante diversos. La palabra hebrea kabod, en sus primeras aplicaciones a la deidad, se refería a relámpagos, tormentas eléctricas o fenómenos similares. Luego llegó a querer decir “peso” o “dificultad”. La palabra tenía un significado objetivo. En el uso veterotestamentario conllevaba la idea de la “majestuosa automanifestación de Dios”. El vocablo griego doxa, por otro lado, se derivaba del verbo dokein, que signfica “pensar, parecer, aparecer”; así fue que doxa llegó a querer decir “opinión” o “fama”. En su significado más subjetivo reflejaba la percepción humana de la majestad divina.

B. USO BIBLICO

El kabod de Yahvé se hizo conocer en toda la humanidad, manifestado tanto por los cielos (Sal. 19:1) como en toda la tierra (Sal. 72:19; Isa 6:3; Hab. 2:14). También se reveló especialmente en y al pueblo de Israel (Exo. 15:6, 11; 40:34).
La doxa de Dios fue manifesta en Jesucristo; en su preexistencia (Juan 17:5), su encarnación (Juan 1:14), su transfiguración (Luc. 9:32), su muerte y resurrección (Juan 12:28; 17:1, 5) y en la revelación a los creyentes (2 Cor. 4:6). Asimismo, había de manifestarse en el aspecto final o escatológico de la redención divina (1 Cor. 15:43; 2 Cor. 3:18; Rom. 5:2; 8:18; Col. 1:27; 1 Ped. 5:1).

C. INTERPRETACION TEOLOGICA

Ya sea que se tome su aspecto más objetivo o el más subjetivo, la gloria de Dios es la majestuosa manifestación de Dios y su reconocimiento como santo, digno de adoración y alabanza. Aunque se conoce en todas las tradiciones cristianas, la glorificación de Dios tiene una función especial en la tradición Ortodoxa Oriental.
En resumen: la eternidad es la duración de la santidad de Dios. La inmutabilidad es la permanente estabilidad o constancia de la santidad de Dios. La sabiduría es la verdad de la santidad de Dios. El poder es la fuerza de la santidad de Dios. Los celos, el enojo y la ira son las reacciones de la santidad de Dios ante el pecado. La gloria es la manifestación de la santidad de Dios reconocida como majestad.

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