DEVOCIONAL: Bendiciones invisibles | Lucas 11:31 | Christopher Shaw
Inmensas multitudes acompañaban a Jesús en su ministerio. Muchos de ellos eran curiosos que daban a entender que estaban dispuestos a comprometerse. Les faltaba apenas alguna señal del cielo para estar seguros de que él era realmente el Mesías. Jesús le habló a la multitud, diciendo: «Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás» (Lc 11.29).
Lo de la señal no era más que una excusa. Quien no quiere creer no cederá en su postura frente a las más dramáticas y contundentes evidencias del accionar de Dios. Tal era la generación de los israelitas que salieron de Egipto, una generación obstinada y caprichosa que no confió aun cuando vieron cosas que ningún otro pueblo había visto. La fe es, en esencia, una respuesta espiritual al obrar del Espíritu en nuestro interior.
A pesar de esto, con frecuencia nos convencemos de que nuestra fe sería más fuerte si tuviéramos mayores evidencias del obrar de Dios en nuestras vidas. Sentimos que todo el esfuerzo de creer recae sobre nosotros y sería oportuna una «ayudita» a nuestra fe.
- Así también ocurre en nuestras vidas. Frecuentemente estamos empecinados en buscar algo que, a nuestro criterio, nos está faltando. Nuestra obstinación no nos permite percibir ni disfrutar de aquellas bendiciones que están en nuestro medio y que, muchas veces, son mayores que aquello que estamos buscando.
«La mente carnal no ve a Dios en nada, ni siquiera en las cosas espirituales. La mente espiritual ve a Dios en todo, aun en las cosas naturales». R. Leighton.
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos.