El conocimiento de Dios | Charles Ryrie | Teología Básica.

CURSO: TEOLOGÍA BÍBLICA

Sección 2: El Dios Vivo y Verdadero.

La autoridad constituye el principio fundamental en el estudio de la teología. Según cabe presumir todos los que operan dentro del concepto general de la teología “cristiana” reconocerían la autoridad de Dios como la norma suprema para la verdad.

Capítulo 4: El conocimiento de Dios

I. LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO DE DIOS

Indiscutiblemente el conocimiento de Dios es deseable; las ansias religiosas de la humanidad dan fe de ello. Pero, ¿es posible?

Las Escrituras afirman dos hechos: la incomprensibilidad de Dios y la posibilidad de conocer a Dios. Decir que Dios es incomprensible es afirmar que la mente no puede captar el conocimiento de Él. Decir que El es conocible es declarar que se le puede conocer. Las dos cosas son verdad aunque ninguna de las dos en un sentido absoluto. Al decir que Dios es incomprensible se afirma que el hombre no puede conocer todo tocante a Él. Decir que El es conocible no es afirmar que el hombre pueda conocer todo acerca de Él.

Ambas verdades se afirman en las Escrituras: Su incomprensibilidad, en versículos como Job 11:7 e Isaías 40:18, y la posibilidad de conocerlo, en versículos como Juan 14:7; 17:3; y 1 Juan 5:20.

II. LAS CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO DE DIOS

Se puede caracterizar el conocimiento de Dios de acuerdo a su fuente, su contenido, su progreso, y sus propósitos.

A. Su Fuente

Dios mismo es la Fuente de nuestro conocimiento de Él. Ciertamente, toda la verdad es de Dios. Pero ese cliché se debe afirmar y usar más cuidadosamente de lo que generalmente se usa. Solamente la verdad genuina proviene de Dios, porque desde que el pecado entró en la corriente de la historia, el hombre ha creado lo que él llama verdad pero que no lo es. Además, ha pervertido, embotado, diluido, y corrompido eso que originalmente fue la verdad genuina, que sí provino de Dios. Para nosotros hoy, la única regla infalible para determinar la verdad genuina es la Palabra escrita de Dios. La Naturaleza, aunque revele algo acerca de Dios, es limitada y puede ser mal interpretada por la humanidad. La mente humana, aunque muchas veces brillante en lo que puede lograr, padece de limitaciones y oscurecimiento. Las experiencias humanas, aun las religiosas, carecen de confiabilidad como fuentes del genuino conocimiento de Dios a no ser que se conformen a la Palabra de Dios.

Ciertamente, el conocimiento de lo que es la religión verdadera tiene que venir de Dios. En una dispensación previa el judaísmo fue revelado como la religión verdadera de Dios. Hoy, el judaísmo no es la religión verdadera; solamente el cristianismo lo es. Y el conocimiento genuino del cristianismo ha sido revelado por medio de Cristo y los apóstoles. Uno de los propósitos de la encarnación del Señor fue revelar a Dios (Juan 1:18; 14:7). La promesa de la venida del Espíritu después de la ascensión de Cristo incluyó revelación adicional tocante a Él y al Padre (Juan 16:13–15; Hechos 1:8). El Espíritu Santo le abre las Escrituras al creyente para que pueda conocer en forma más completa a Dios.

B. Su contenido

Un conocimiento completo de Dios es a la vez objetivo y personal. El conocer los hechos de una persona sin conocer a la persona misma es conocimiento limitado. El conocer a una persona sin conocer su actuación es conocimiento superficial. Dios ha revelado muchos datos acerca de Sí mismo, todos los cuales son importantes para hacer nuestra relación personal con Él íntima, inteligente y provechosa. Sí El sólo hubiera revelado hechos sin hacer posible el conocerlo a Él personalmente, tal conocimiento objetivo tendría poca utilidad y, ciertamente, ningún beneficio eterno. Igual que en las relaciones humanas, una relación divina-humana no puede comenzar sin algunos conocimientos mínimos acerca de la Persona; entonces la relación personal genera el deseo de conocer más datos, los cuales a su vez profundizan la relación, y así sucesivamente. Este ciclo debe ser la experiencia de cada estudiante de la teología; un conocimiento acerca de Dios debe profundizar nuestra relación con El, lo cual a su vez aumenta nuestro deseo de conocer más acerca de Él.

C. Su progreso

El conocimiento de Dios y de Sus obras fue revelado progresivamente a través de la historia. La prueba más obvia la hallamos al comparar la teología incompleta del judaísmo con la revelación más plena de la teología cristiana con respecto, por ejemplo, a tales doctrinas como la Trinidad, la cristología, el Espíritu Santo, la resurrección, y la escatología. El trazar esa progresión es la tarea de la teología bíblica.

D. Sus propósitos

  • Llevar a las personas a poseer la vida eterna (Juan 17:2; 1 Timoteo 2:4).
  • Promover el crecimiento cristiano (2 Pedro 3:18) con conocimiento doctrinal (Juan 7:17; Romanos 6:9, 16; Efesios 1:18), y con un estilo de vida perceptivo (Filipenses 1:9–10; 2 Pedro 1:5).
  • Advertir acerca del juicio venidero (Oseas 4:6; Hebreos 10:26–27).
  • Generar adoración verdadera a Dios (Romanos 11:33–36).
  • III. REQUISITOS PREVIOS AL CONOCIMIENTO DE DIOS

    A. Dios inició la revelación de Sí mismo

    El conocimiento de Dios difiere de todo otro conocimiento en que el hombre sólo puede tener este conocimiento hasta el punto en que Dios lo revele. Si Dios no hubiera iniciado la revelación de Sí mismo, no habría forma de que el hombre lo conociera a Él. Por lo tanto, el ser humano tiene que ponerse bajo Dios, que es el objeto de su conocimiento. En otros empeños eruditos, el ser humano a menudo se coloca a sí mismo sobre el objeto de su investigación, pero no es así en el estudio de Dios.

    B. Dios proveyó el lenguaje para la comunicación

    Ciertamente una parte esencial de la revelación de Dios es la provisión de un medio para comunicar esa revelación. También la referencia de la revelación personal de Dios en Cristo necesita algún medio de grabar y comunicar esa revelación. Dios dio el lenguaje para este propósito. Él lo inventó y se lo dio al primer hombre y la primera mujer para poder comunicarles Sus instrucciones (Génesis 1:28–30) y que ellos pudiesen comunicarse con Él (3:8–13). Parece también haber sido parte de su dominio sobre la creación todavía no caída y de nombrar a los animales. Aun después de la división de la lengua original en Babel, las lenguas sirvieron como el medio de comunicación en todos los niveles. Ciertamente podemos creer que el Dios omnisciente hizo provisión para que los idiomas fuesen eficaces para comunicar la revelación de Sí mismo al hombre.

    C. El creó al hombre a Su imagen

    Cuando Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, lo hizo un ser racional con inteligencia como Él mismo. Por supuesto, la inteligencia humana no es igual que la inteligencia divina, pero sí es una inteligencia real, no ficticia. Por lo tanto, los humanos tienen la habilidad de entender el significado de las palabras y la lógica de las oraciones y los párrafos. El pecado ha quitado la garantía de que el entendimiento humano sea siempre confiable, pero no erradicó la habilidad del ser humano para comprender.

    D. El dio el Espíritu Santo

    Dios les ha dado Su Espíritu Santo a los creyentes para revelarles las cosas de Dios (Juan 16:13–15; 1 Corintios 2:10). Esto no hace que el creyente sea infalible, pero le puede dar la habilidad de distinguir la verdad del error (1 Juan 2:27).

    Estas obras de Dios hacen posible que conozcamos y obedezcamos los muchos mandamientos en las Escrituras de conocerlo a El (Romanos 6:16; 1 Corintios 3:16; 5:6; 6:19; Santiago 4:4).

    Adaptado: Ryrie,C. C. (2003). Teología básica (pp. 26–30).

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