El Amor de Dios | Charles Ryrie | Teología Básica.
CURSO: TEOLOGÍA BÍBLICA
Sección 2: El Dios Vivo y Verdadero.
En orden alfabético, de ahora en adelante, trataremos catorce de las perfecciones de Dios, consideradas bajo (a) el significado, (b) la(s) declaración(es) de las Escrituras, y (c) la aplicación y/o cualquier problema implicado.
Capítulo 8: El Amor de Dios.
El Atributo del Amor
1. EL SIGNIFICADO.
Como muchos términos cristianos, el amor se discute con más frecuencia de lo que se define. Aun el diccionario ofrece poca ayuda. El amor consiste en afecto y también corrección. Los bebés se acarician y se corrigen, y ambos actos son expresiones genuinas del amor de los padres. Además, las dos acciones se llevan a cabo por los padres porque creen que están haciendo lo mejor para su niño en ese tiempo. El amor busca el bien del objeto amado. ¿Cuál es el bien? En Dios es la perfección de la santidad y todo lo que ese concepto implica. El amor en Dios es la búsqueda del bien y la gloria de Sus perfecciones en el grado más alto. Esto no implica que haya egoísmo en Dios, como sería el caso si se tratara de los seres humanos.
2. LA ESCRITURA.
La Biblia directamente declara que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). La ausencia del artículo antes de “amor” (el versículo no dice que Dios es el amor) indica que éste es la misma naturaleza de Dios. La presencia del artículo antes de “Dios” (textualmente, el Dios es amor) demuestra que la declaración no es reversible; no puede leerse “el Amor es Dios” (como afirma la Ciencia Cristiana).
3. LAS APLICACIONES.
Puesto que cada persona de la Trinidad posee todos los atributos, tiene que haber alguna interacción amorosa (ciertamente, inconcebible a los humanos) dentro de la Trinidad.
- El Dios que es amor se permite a Sí mismo amar a las personas pecaminosas. Esto es gracia (Efesios 2:4–8).
- Ese amor de Dios ha sido derramado en el corazón del creyente (Romanos 5:5).
- En las pruebas Dios demuestra Su amor hacia Sus hijos (Hebreos 12:6).
4. ALGUNAS PALABRAS RELACIONADAS.
Relacionadas estrechamente con el amor están la bondad, la misericordia, la longanimidad, y la gracia. Mientras que se hacen distinciones, éstas no son exactas. La bondad se puede definir como el cuidado benevolente de Dios para con Sus criaturas (Hechos 14:17). La misericordia es ese aspecto de Su bondad que hace que Dios muestre piedad y compasión (Efesios 2:4; Santiago 5:11). La longanimidad habla de autosujeción frente a la provocación (1 Pedro 3:20; 2 Pedro 3:15). La gracia es el favor inmerecido de Dios mostrado al hombre principalmente en la persona y obra de Jesucristo. Todos estos conceptos se relacionan, y provienen del amor del Dios que es amor.
5. UNA HEREJÍA.
La herejía del universalismo proviene de un concepto desequilibrado de los atributos de Dios. Esta enseña que puesto que Dios es amor El finalmente salvará a todas las personas. Pero la perfección del amor de Dios no opera aparte de Sus otras perfecciones, que incluyen Su santidad y Su justicia. Por lo tanto, el amor no puede sobreponerse a la santidad y salvar a aquellos que rechazan a Cristo y mueren en sus pecados. Además, el universalismo no tiene realmente la definición correcta del amor, puesto que solamente ve el aspecto afectivo del mismo y no el aspecto correctivo. Finalmente, el universalismo contradice las declaraciones directas de las Escrituras (véase Marcos 9:45–48).
SÍNTESIS:
El amor es el atributo de Dios por cuya razón desea mantener una relación personal con los que llevan su imagen, y especialmente con los que han sido hechos santos y son como él en carácter. Nótese de que manera es descrito el amor de Dios (Deuteronomio 7:8; Efesios 2:4; Sofonías 3:17; Isaías 49:15, 16; Romanos 8:39; Oseas 11:4; Jeremías 31:3); nótese hacia quienes se manifiesta (Juan 3:16; 16:27; 17:23; Deuteronomio 10:18); nótese cómo se demostró (Juan 3:16; 1 Juan 4:9, 10; Romanos 9:13; 1 Juan 3:1; Isaías 43:3, 4; Isaías 63:9; Tito 3:7; Isaías 38:17; Efesios 2:4, 5; Oseas 11:4; Deuteronomio 7:13; Romanos 5:5).
Fuentes:
Pearlman, M. (1992). Teología Bíblica y Sistemática (p. 47).
Ryrie, C. C. (2003). Teología básica (pp. 41-42)
