TEOLOGÍA I: EL DIOS PRESENTE | JAMES LEO GARRET

 

EL DIOS PRESENTE

¿Debemos hablar de la “omnipresencia” de Dios o de la “presencia” de Dios? El primer término se deriva de la palabra latina omnipraesentia, utilizada por la escolástica medieval. A. H. Strong expresó la posición tradicional posmedieval al definir el término “omnipresencia” como queriendo decir que “Dios… penetra y llena el universo en todas sus partes”. Por cierto, “Dios como un todo está en todos lados”, pero su presencia “no es necesaria, sino libre”. Herman Bavinck (1854–1921) retuvo el término “omnipresencia”, intentando esbozar un equilibrio agustiniano entre la trascendencia y la inmanencia.50 Emil Brunner criticó el impacto de la doctrina escolástica de la omnipresencia, pues lo consideraba susceptible al panteísmo, pero aun así no abandonó el término. Karl Barth también retuvo el término pero definiéndolo de manera que se evitaran algunos de los peligros de su uso en el pasado.52 Erickson ha tratado la presencia de Dios como subsidiaria a la discusión sobre trascendencia e inmanencia, insistiendo que éstas “no deben ser entendidas como atributos de Dios” pues “sobrepasan las barreras de los diversos atributos”.

A. EL CONCEPTO BIBLICO DE LA PRESENCIA DE DIOS

La enseñanza bíblica relativa a la presencia de Dios refleja distintos aspectos o grados de la presencia de Dios.

1. La presencia de Dios extensiva o general

La presencia de Dios a veces se describe extensivamente: ninguna criatura humana puede escaparse de la presencia divina; no existe la ausencia divina. Las palabras del Salmo 139:7–10 expresan este uso:

  ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

  ¿A dónde huiré de tu presencia?

  Si subo a los cielos, allí estás tú;

  si en el Seol hago mi cama, allí tú estás.

  Si tomo las alas del alba

  y habito en el extremo del mar,

  aun allí me guiará tu mano,

  y me asirá tu diestra.

El salmista no está postulando una omnipresencia especulativa. Más bien, se ve confrontado con la imposibilidad de cometer pecados y transgresiones lejos de la presencia de Dios. De hecho, no hay lugar alguno del cual Dios esté totalmente ausente. Las personas, aun en la desesperación, nunca pueden escabullirse de la presencia de Dios.

2. La presencia de Dios intensiva o especial

La presencia de Dios a veces es considerada como una presencia tan íntima o especial que se la puede diferenciar de la presencia general de Dios. Un ejemplo es la promesa divina a Jacob en Betel: “He aquí que yo estoy contigo; yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (Gén. 28:15). Están las promesas gemelas de Jesús: “Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:20) y “… he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20). Santiago amonestó: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos… y purificad vuestros corazones…” (4:8). Tal como se utilizan en la Biblia, la cercanía y la distancia pueden tener un significado que no se refiere al espacio. La distancia y la presencia de Dios pueden estar en lo escondido y en la revelación, en la ira o en la gracia. Pueden identificarse tres significados de la presencia especial:

a. La presencia de Dios es esencial para su obra completa reveladora y redentora en la historia. Esto significa específicamente la encarnación de la Palabra o del Hijo de Dios: “… y llamarás su nombre Emanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros” (Mat. 1:23b) y “el Verbo se hizo carne y habitó [o acampó] entre nosotros” (Juan 1:14a). También expresa el advenimiento del Espíritu Santo: “Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros…” (Hech. 1:8a).

b. La presencia de Dios significa que se quita la distancia producida por el pecado (o el distanciamiento de Dios que es pecado) y se restaura la cercanía (por medio del perdón del pecado) y la comunión, a los gentiles y a los judíos, por medio del nuevo pacto (Hech. 2:39; Ef. 2:13, 17).

c. La presencia de Dios significa para los cristianos que el Espíritu Santo mora en nosotros, ya sea en los cuerpos físicos de cristianos individuales (1 Cor. 6:19), o en la comunidad cristiana como “templo de Dios” (Ef. 2:20b, 21; 1 Cor. 3:16).

3. La presencia de Dios única, plena y particular

Esta presencia puede encontrarse solamente en Jesucristo, el Hijo de Dios: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Col. 1:19).

B. CONCEPTOS ALTERNATIVOS NO BIBLICOS

Pueden diferenciarse dos conceptos alternativos de la presencia divina, aunque al mismo tiempo están estrechamente ligados.

1. El concepto filosófico de la omnipresencia

Según este punto de vista, la presencia de Dios consiste de una presencia neutral y casi estática en todos los puntos del espacio. Parece favorecer la distribución espacial de Dios. Este concepto se ve amenazado permanentemente por el peligro de perder de vista la relativa independencia de las criaturas y de la creación, cayendo así en el panteísmo.

2. El concepto místico de la presencia divina por medio de la “chispa divina” en los seres humanos

Algunas formas del misticismo postulan la existencia de una “chispa divina” en el interior de los seres humanos. Al volcarse hacia esta chispa, las personas pueden darse cuenta intuitivamente de la cercanía y de la presencia de Dios. Por consiguiente, la presencia divina no depende de que Dios tome la iniciativa para revelarse y actuar salvíficamente en el amplio escenario de la historia humana. Una respuesta mística consecuente torna innecesarias la revelación bíblica o especial y la redención.


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