TEOLOGÍA I: EL DIOS JUSTO | JAMES LEO GARRET
EL DIOS JUSTO
El concepto de la justicia referido a Dios ocupa un lugar prominente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, y ha sido significativo durante la historia posbíblica del cristianismo, especialmente en la época de la Reforma Protestante. En el presente estudio la justicia de Dios sirve de puente, por un lado entre la santidad y los atributos que con ella se relacionan, y por el otro con el amor y sus atributos relacionados. La justicia puede desempeñar esta función en parte por tener una diversidad de significados.
EL ANTIGUO TESTAMENTO
A. TERMINOLOGIA
El concepto de la justicia en el Antiguo Testamento se expresa principalmente por medio de una familia de palabras. El verbo sadaq, cuyo sentido general o secular probablemente haya sido “estar recto, derecho”, llegó a tener el significado religioso de “tener razón” o “ser justo, recto”. El adjetivo correspondiente es saddiq, que quiere decir “justo”. Los substantivos son sedeq, que generalmente se traduce como “justicia” y sedaqah, “rectitud, justicia”.
El verbo shapat, “juzgar” y el substantivo mishpat, “juicio”, están estrechamente ligados a sadaq y sus derivados, pero reflejan más la idea de “juicio” y “justicia” que de “rectitud”.
B. USOS
Ya en las menciones más antiguas del Antiguo Testamento, los términos “santo” y “santidad” parecen haber denotado la idea de separación o trascendencia. La santidad significaba lo que era singular, distintivo y trascendentalmente distinto a la humanidad. El énfasis sobre el Dios santo ayudó a evitar que los autores del Antiguo Testamento cayeran en el panteísmo o el inmanentismo. Pero no debemos interpretar el concepto veterotestamentario de la santidad divina meramente en el sentido negativo de estar “separado de”; también debe tomarse en cuenta el sentido positivo del estar “separado para”. “Dios está separado y es distinto porque es Dios.” El Santo es el “enteramente otro”.
1. Justicia universal
Los contextos de ciertos pasajes veterotestamentarios demuestran que la “rectitud” o la “justicia” tienen un significado universal. Esto se aplica especialmente al reinado de Yahvé sobre las naciones. Ya a comienzos del Pentateuco se encuentra la pregunta: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Gén. 18:25b). La idea también aparece en los Salmos: “Jehovah reina… Juzgará a los pueblos con rectitud” (96:10a, c). “Juzgará el mundo con justicia y a los pueblos con su verdad” (96:13b). “Los cielos anuncian su justicia y todos los pueblos ven su gloria” (97:6). Refiriéndose tanto a Judá como a los pueblos vecinos, Jeremías apuntó: “Yo soy Jehovah, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice Jehovah” (Jer. 9:24b).
2. La justicia referida al pacto
La gran mayoría de las menciones de la justicia de Dios hacen referencia al pueblo del pacto: Dios es justo en todo su trato con Israel/Judá. Aunque no ha sido el caso entre los teólogos que se dedican al estudio del Antiguo Testamento, ciertos sistemáticos bautistas han formulado y utilizado una triple diferenciación del concepto de la justicia referida al pacto. Tal diferenciación no parece desentonar con los diversos pasajes que hemos de examinar, y por lo tanto la usaremos aquí.
a. La justicia obligatoria
En algunos pasajes del Antiguo Testamento se dice que Dios es “justo” en el sentido de que su ley es justa y por consiguiente exige la obediencia del pueblo del pacto. Así, la “justicia” de Yahvé requiere la obediencia de los hijos de Israel a la ley. En contraposición a las ciudades habitadas por los injustos, los israelitas obedientes tienen el deber de obedecer a Yahvé, “guardando todos sus mandamientos” y haciendo “lo recto ante los ojos de Jehovah” (Deut. 13:18). El carácter justo de la ley es afirmado en los Salmos: “Los preceptos de Jehovah son rectos; alegran el corazón … Los juicios de Jehovah son verdad; son todos justos” (Sal. 19:8a, 9b).
Justo eres tú, oh Jehovah,
y rectos son tus juicios.
Has ordenado tus testimonios
en justicia y en completa fidelidad (…)
Tu justicia es justicia eterna,
y tu ley es la verdad (…)
Justicia eterna son tus testimonios;
dame entendimiento, para que viva (119:137–138, 142, 144).
b. La justicia distributiva o punitiva
No pocos pasajes veterotestamentarios contienen la idea de que Yahvé, el Dios “justo”, castiga a su pueblo pecador y desobediente. Esos pasajes parecieran sugerir que dado que Yahvé es “justo” se ve obligado a infligir tal castigo. En ocasiones se conecta la justicia de Dios con la acusación de Yahvé al pueblo de que ha pecado. Juntamente con la mención del castigo de los impíos leemos: “Porque Jehovah es justo y ama la justicia; los rectos contemplarán su rostro” (Sal. 11:7). De modo similar, en un contexto de ayes y de juicio se encuentra la afirmación: “el Dios Santo será reconocido como santo por su justicia” (Isa. 5:16). Jeremías escribió en contra de quienes habían tramado para matarlo: “Pero, oh Jehovah de los Ejércitos, que juzgas con justicia y escudriñas la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa” (11:20). Se representa a Jerusalén expresándose en la primera persona con palabras dichas en un espíritu de agonía y arrepentimiento: “Justo es Jehovah, aunque yo me rebelé contra su palabra” (Lam. 1:18a). Que Jerusalén haya merecido el castigo se refleja en las palabras: “Jehovah es justo en medio de ella; él no hará maldad. Cada mañana saca a luz su juicio; nunca falta. Pero el perverso no conoce la vergüenza” (Sof. 3:5). El libro de Daniel refleja este mismo uso del concepto de la rectitud en la oración del profeta: “Tuya es, oh Señor, la justicia; y nuestra es la vergüenza del rostro, como en el día de hoy; de los hombres de Judá, de los habitantes de Jerusalén, de todo Israel, de los de cerca y de los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a causa de su rebelión con que se han rebelado contra ti” (9:7). “Por tanto, Jehovah ha tenido presente el hacer este mal y lo ha traído sobre nosotros. Porque Jehovah nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho; sin embargo, no hemos obedecido su voz” (9:14). Esdras relacionó la justicia de Dios con el remanente: “Oh Jehovah Dios de Israel, tú eres justo, pues hemos quedado sobrevivientes como en este día. Henos aquí delante de ti, a pesar de nuestra culpa; porque nadie puede permanecer en tu presencia, a causa de esto” (9:15). En Nehemías 9:33 se articula un pensamiento similar.
c. La justicia redentora o salvífica
También existen numerosos pasajes, sobre todo en los Salmos y en Isaías 40–66, en que la justicia de Yahvé se describe claramente en conexión con la redención de su pueblo. Los pasajes parecen denotar que puesto que Yavé es “justo”, redime o salva a su pueblo. La justicia salvífica de Dios se afirma en el contexto del perdón de las transgresiones (Sal. 103:6; ver también los vv. 3, 12). El Dios justo es compasivo y amoroso hacia todas sus criaturas, especialmente hacia aquellas que claman a él (Sal. 145:17; ver los vv. 8, 9, 19). Existe la oración pidiendo salvación en la “justicia” de Dios (Sal. 71:2) y la oración por la liberación y dirección por la justicia de Dios (143:1, 11). Se canta celebrando la justicia salvífica de Yahvé (51:14); de hecho puede afirmarse que su justicia y su salvación son sinónimas (98:2).
En Isaías 40–66 el aspecto redentor o salvífico de la justicia de Dios es aun más explícito. El pueblo del pacto ha de ser fortalecido y ayudado por “la diestra” de la justicia de Dios (41:10b). El Siervo de Yavé es “llamado en justicia” para ser puesto “como pacto para el pueblo, y como luz para las naciones” (42:6). Yahvé, el único Dios, es un “Dios justo y Salvador” y “todos los confines de la tierra” han de mirar hacia él y ser salvos (45:21, 22). La “justicia” y la “salvación” aparecen cuatro veces en sinonimias paralelas (46:13; 51:5a, 6c; 61:10).
La justicia salvífica de Yahvé también se refleja en otros textos del Antiguo Testamento. La justicia divina se relaciona con la unión matrimonial de Israel con la justicia (Ose. 2:19–20). Cuando los líderes de Judá se humillan y arrepienten, confesando que Yavé es justo, evitan ser subyugados por el rey de Egipto (2 Crón. 12:5–8).
La justicia de Dios en el Antiguo Testamento tenía por lo tanto una dimensión universal que se particularizaba en el caso del pueblo del pacto. En conjunción con esta última esfera, podía tener un significado obligatorio, punitivo o salvífico.
EL NUEVO TESTAMENTO
La palabra griega neotestamentaria que se traduce como “justo” es dikaios; el vocablo que denota “rectitud” o “justicia” es dikaiosune. Especialmente en las epístolas paulinas, estas palabras están ligadas estrechamente al verbo dikaioun, que significa “justificar”. La idea de que Dios es “justo” es una enseñanza paulina y juanina, mientras que el uso de “justicia” en relación con Dios es principalmente una doctrina paulina.
A. EL DIOS “JUSTO”
En la oración de Jesús por sus discípulos se dirige a Dios usando la expresión “Padre justo” (Juan 17:25). La epístola de 1 Juan describe a Jesucristo (2:1b) y a Dios Padre (3:7b) como “justos”. Al hablar del juicio final, Pablo se refiere a Dios como “el Señor, el Juez justo” (2 Tim. 4:8). En Apoc. 16:5 se usa un lenguaje que parece derivado del Salmo 119:137 para decir que Dios es “justo” en los “juicios” que tienen que ver con las “copas de la ira de Dios”.
B. LA “JUSTICIA DE DIOS”
Aunque la expresión je dikaiosune theou o sus equivalentes se encuentran esporádicamente en los libros no paulinos del Nuevo Testamento, como por ejemplo en las palabras de Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mat. 6:33) o en 2 Pedro 1:1b (“una fe igualmente preciosa como la nuestra por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo”), la formulación es fundamentalmente paulina. Según la acepción paulina, el significado que generalmente expresa es que la justicia de Dios es su dádiva por medio del evangelio de Jesucristo (Rom. 1:17; 3:21, 22; 10:3; Fil. 3:9). Sin embargo, también puede referirse a un atributo de Dios (Rom. 3:25, 26) o a la “justicia de Dios” que constituyen los creyentes por medio de la muerte de Jesús (2 Cor. 5:21; también Ef. 4:24).
La historia de la exégesis muestra que los biblistas y teólogos han tenido dificultades a la hora de ponerse de acuerdo en la definición o las definiciones de “la justicia de Dios”. Algunos, interpretando la expresión como genitivo subjetivo, han insistido que el término se refiere exclusivamente a un atributo o una cualidad de Dios. Durante la edad patrística Ambrosio defendió esta postura. Otros, que interpretan la expresión como un genitivo de origen, han llegado a la conclusión de que se refiere únicamente al don que Dios confiere a los pecadores por medio de Cristo. Entre los representantes de esta segunda posición se encuentran Agustín de Hipona, Martín Lutero,4 Juan Calvino, John Gill (1697–1771),6 Richard Charles Henry Lenski (1895–1936), Anders Nygren (1890-?)8 y Ernst Kasemann. En tercer lugar, otros estudiosos han sostenido que la expresión puede significar tanto un atributo como una dádiva. Entre los defensores de esta tercera interpretación están Johann Albrecht Bengel,10 William Sanday y Arthur Cayley Headlam (1862–1947), Charles Harold Dodd,12 W. T. Conner.Paul Althaus (1888–1966)14 y Charles Ernest Burland Cranfield (1915–). La tercera posición pareciera la más defendible en base a Romanos 3:21–26, un pasaje en el cual los dos significados pueden verse por separado y también juntos en un mismo versículo. En Romanos 3:25, 26, “la justicia de Dios” es un atributo divino; en el 3:21, 22 es la dádiva de Dios por medio de Jesucristo; y en 3:26, en el cual se usan el substantivo, el adjetivo y el verbo, se descubren ambos significados.
El hecho de que la “justicia de Dios” sea la dádiva de Dios por medio de la muerte de Jesús hace que su aplicación como atributo divino sea consecuente con la actividad salvífica de Dios. De hecho, la justicia, tanto en los escritos paulinos como en los Salmos y en Isaías, es un atributo redentor. Lo mismo puede afirmarse de los escritos juaninos. Dios no salva o perdona a los pecadores a pesar de ser justo, sino porque es justo (1 Jn 1:9).
LA HISTORIA DE LA DOCTRINA CRISTIANA
A. El catolicismo romano medieval tardío tendía a oscurecer o negar la justicia de Dios entendida como don, equiparando la rectitud con la justicia (iustitia). La doctrina de los méritos humanos de condigno y de idoneidad agravaba el problema. El Concilio de Trento (1545–63) clarificó la doctrina romana de la justificación, reteniendo la enseñanza de que la vida eterna es tanto “gracia” como “recompensa”.
B. El famoso descubrimiento de Martín Lutero en la torre (Turmerlebnis) del monasterio de Wittenberg aparentemente consistió en que se diera cuenta —a raíz de Romanos 1:17 y algunos pasajes en los Salmos— que la “justicia” (dikaiosune, iustitia) era una dádiva y un atributo redentor, no meramente el ejercicio de la retribución o del castigo.
C. Algunos calvinistas estrictos y otros pensadores parecieran haber interpretado la justicia de Dios únicamente como justicia distributiva (“Dios, por ser justo, se ve obligado a castigar el pecado; pero tiene la opción de redimir o perdonar al pecador”) y de esa manera han enturbiado el aspecto redentor de la justicia divina.
D. Los sistemas de ética filosófica tales como el hedonismo (ética del placer) o el utilitarismo (ética de la utilidad) se han opuesto a la ética teocéntrica del cristianismo, según la cual la naturaleza del Dios justo es el fundamento último de las distinciones entre el bien y el mal.
E. El protestantismo liberal ha incorporado la justicia a la categoría del amor divino y/o negado la realidad de la retribución; algunos han llegado a afirmar el universalismo escatológico. La consecuencia de tal postura es que se haya degradado la justicia como temática, privándola de su aspecto retributivo. Cuando se la interpreta correctamente, la justicia distributiva no es simplemente vengativa, sino la reacción característica del Santo justo ante el pecado
En el Antiguo Testamento se afirma que Dios es “justo” en su trato con toda la humanidad y con el pueblo del pacto. Este último aspecto de la “justicia” de Dios tiene una gama de significados que abarcan la justicia obligatoria, distributiva y redentora. En el Nuevo Testamento, especialmente en el pensamiento de Pablo, la justicia de Dios es tanto uno de sus atributos como la dádiva que otorga a los seres humanos por medio de Jesucristo. Durante la historia posbíblica la justicia de Dios ha sido erróneamente desplazada por los méritos humanos, reducida a su acepción meramente punitiva, negada como el fundamento de la ética y degradada como consecuencia de un énfasis unilateral sobre el amor.
